Historieta: Colección Nippur de Lagash Volumen 21


Guion: Robin Wood
Dibujo: Lucho Olivera, Sergio Mulko y Carlos Leopardi
Editorial: Planeta DeAgostini (Edición original: revista D'Artagnan 356, 358-359, 361-362, 364-365, editorial Columba, Julio a Noviembre de 1975)

Esta es la reseña del tomo 21 y a la mañana en el kiosco compré el 34. Lo malo de estar atrasado es mis reseñas pasan a tener la trascendencia de un debate presidencial entre la Izquierda Unida y el Partido Obrero, pero lo bueno es que ya tengo cierta clarividencia sobre lo que sucederá en los próximos tomos. Así que tomen nota de Arthos, guerrero vagabundo que debuta en ‘Los reyes sin corona’, que dentro de poco vuelve en una forma muy poco digna.

Otro golazo de ‘Los reyes…’ es que Nippur hace un repaso mental de las situaciones políticas de todos los reyes y gobernantes con los que se ha cruzado en todos estos años (Ur-El, Teseo, Aneleh, Akhenamon, incluso Luggal-Zaggizi y Sukanor, uno que ni me acordaba) y llega a la conclusión que es mejor gobernar sobre uno mismo que sobre los demás. Fuera de eso, es un típico capítulo de “dama en problemas” tirando a cómico, con bastantes chistes machistas por parte de Nippur y Arthos, hechos con la misma horma. Me llama la atención la cantidad de ilustraciones a página completa a las que recurre Lucho Olivera (cuatro más la portadilla), lo que lo deja con un montón de pequeñas viñetas en el resto, pero supongo que había que mostrar a Nippur rodeado de chicas lindas. Por cierto, Nippur hizo repaso de los reyes, lleva a la princesa en peligro a Akad…. ¿¿¿Y Sargón ni aparece ni es mencionado??? Cosa rara.

‘La mano del fuego’ es el mejor capítulo del tomo y lo más parecido a si Rod Serling hubiera escrito ‘The Twilight Zone’ en esta época. Es la historia de Kiraminas, del pacto hecho con una misteriosa mujer a cambio de la gloria y cómo ahora teme cumplir su parte de la promesa. Un relato completísimo: tiene flashbacks, cierto humor, momentos que hielan la sangre, un aire sobrenatural sin el grotesco del tomo anterior y una elegancia increíble de Sergio Mulko para definir todo con pocas líneas y casi ningún fondo.

En ‘El general y su ejército’ conocemos a uno de esos personajes que cada tanto aparece chapeando conocer a Nippur y nosotros nunca lo vimos, pero bueno, te creo que se conocen. En este caso es Dar-Am y cuando conocemos a sus soldados, la esposa, el rey para el que lucha… es como que la trama se ve para donde va a veinte cuadras. Encima Mulko a color. Más allá de su previsibilidad, el desenlace es impactante.

¡Habemus debut! ‘El hombre que mató a Situllah’ marca el primer episodio dibujado por el ídolo Carlos Leopardi, un tipo que saca perfecto la esencia de los personajes: las mujeres son delicadas pero de rasgos firmes, no necesariamente supermodelos, y los hombres suelen ser enormes y con rasgos tirando a brutales. En este capítulo en particular labura en blanco y negro (el único que le toco así, sino me equivoco) y se aprecia un cuidado extra en los detalles y rostros. A disfrutarlo, encima la historia de venganza y traición es ganchera e inesperada. Quiero ver algún día de vuelta al gigante Garath.

El tomo tiene otro capítulo dibujado por Leopardi, a color, llamado ‘Los gemelos’. Justamente en el diseño de los tales gemelos (unos salvajes sádicos que obtienen su merecido del lugar menos inesperado) es donde más se aprecia el grotesco de Leopardi para exagerar los rasgos. Un groso que entiende y aprovecha las limitaciones del color mejor que Lucho Olivera y Mulko.

Quedan dos capítulos para Mulko que son majestuosos. ‘El rico y los pobres’ es una fábula cargada de ironía sobre como el poder y el dinero pervierten a la gente. Es casi casi la clase media votando tipos con mucha plata para que los caguen de arriba y después se quejan. En fin.

‘La Danzarina del Toro’ es una historia especial. Nippur recuerda una de sus primeras aventuras con Teseo, cuando rescataron a su gente del Minotauro en Creta (en el lejano y fundamental primer tomo de esta colección), pero ojo al piojo, ahora desde el punto de vista de Milena, una de las cortesanas que iban en ese contingente destinado al sacrificio.

Robin Wood tuerce algunos detalles en esos retoques de continuidad que tanto le gustan y ahora resulta que Milena y Teseo estuvieron un largo tiempo en Creta, aprendieron la danza del toro y lo más interesante, nos enteramos que sucedió con Milena cuando fue “rescatada” y devuelta a su hogar natal en Atenas. Por la clarividencia que mencione antes, les aseguro que es la primera pero no última vez que Mulko va a recrear sucesos y eventos que en su momento fueron mostrados por Olivera.

¡Hasta la próxima!

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