Comic: Quasar 1 al 9


Guion: Mark Gruenwald

Dibujo: Paul Ryan & Mike Manley

Editorial: Salvat (Edición USA: Quasar #1-9, Marvel Comics, 1989)


Hola, cual testigo de Jehova (o en este caso de Eon) hoy les quiero hablar de Quasar…. ¿Quién? Ese pibe copado, Wendell Vaughn (¿Será primo de Vince?), que era agente novato de SHIELD y un día sin querer ni beberla se encontró usando unas bandas cuánticas. Encima un moco verde extraterrestre (el mencionado Eon) le tiró el laburo de ser protector del universo. Pucha, hay gente que no puede cuidar un cactus y otros tienen que ser protectores del universo.

Pero bue, vayamos de a poco, que todo esto no le sucedió a Wendell en un solo día. Le tomo años (en la ficción y en la realidad) pasar de ser un personaje ultra secundario de títulos como ‘Captain America’ o ‘Marvel Two-In-One’, a un héroe con identidad propia. Ese largo peregrinaje es lo que Mark Gruenwald (guionista pero antes que nada editor y amante de la continuidad) recuenta y resume en el primer número de la serie que el personaje consiguió en los 90’s.

La posta, la papa fina, arranca en el segundo capítulo cuando Wendell conoce a Eon, es nombrado protector y adquiere la conciencia cósmica que viene con el cargo, lo que le da alto manejo de las bandas cuánticas y poder sentir los momentos donde todo se pone heavy y es requerido.

Y listo, con esa base, combinando un montón de conceptos (el pasado de Wendell en SHIELD; las bandas que usaba Marvel Boy, personaje semiolvidado de los años 50’s; Eon y el cargo de protector del universo que con orgullo ocupó Mar-Vell antes de estirar la pata, etc.) Gruenwald armó una serie con buenos personajes secundarios y un plot que corre de fondo en los nueve números publicados en el tomo de Salvat; Eon presiente que lo van a matar pero solo sabe que el enemigo es un extraterrestre oculto en la Tierra. Así que Quasar literalmente guarda a Eon en un placard para protegerlo y se dedica a visitar/vigilar a los aliens residentes.

Esta idea del “asesino por revelarse” es piola para mantener a Quasar, Eon y los demás secundarios arraigados a la Tierra. A diferencia de las revistas cósmicas (‘Silver Surfer’, ‘Infinity Gauntlet’) de esa misma época (y con las que ‘Quasar’ va a cruzarse seguido), Wendell tiene que tratar con problemas del empresario superheroe moderno (¿?) como armarse la PyME, conseguir una secretaria/interés romántico, clientes, etc. Sin contar la áspera relación con su padre, que le presta más atención a una entidad cósmica que al hijo.

Ya que mencioné los crossovers, al menos dos capítulos son cruces con ‘Acts of Evil’ y otro conecta de lejos con ‘Secret Wars’… ¿Un poco mucho? Puede ser, pero es el precio a pagar cuando la revista era el equivalente comiquero al Yupanqui y necesitaba atraer lectores. Además Gruenwald la rema bien para que no precisemos saber de qué se tratan las sagas “invitadas” ni que se sienta forzado el constante desfile de villanos, encima grosos, como Terminus o Absorbing Man. ¡Hasta Venom aparece!

El mayor problema que tienen estos números es que se le sienten el olor a naftalina: muchos globos de pensamientos redundantes en las peleas, mucho número unitario que atenta contra la expectativa de sucesos importantes y un manejo del humor medio tosco. Se nota que Gruenwald quería que Quasar sea gracioso y le sale bien con chistes metatextuales (“Oh, este es el malentendido antes que nos llevemos bien”) pero en la mayoría de los casos se siente como un ridículo no intencionado, onda Wendell mirando un plano y de repente aparece la cara de hamburguesa aplastada de Eon a saludar… casi casi un sketch de ‘Alejo y Valentina’

El que se luce con todo y realmente no le daba dos pesos es Paul Ryan, un dibujante medio pelo que tuve que sufrir en varios números del Flash de Mark Waid pero que acá entrega dinamismo, corrección anatómica y mucha onda en general. Se nota que la sinergia con Gruenwald era muy buena, de hecho ambos ya habían colaborado en la histórica ‘Supreme Squadron’. Ryan ni a palos es George Perez pero si lo miras de cote, en esta revista… tiene un aire, sin la misma espectacularidad ni impacto visual, por supuesto. Por cierto, tanto Gruenwald como Ryan pasaron a mejor vida, alta mufa este Quasar.

Los números que no dibuja Ryan están a cargo de Mike Manley, un dibujante que unos años después explotaría con un estilo similar al de Bruce Timm pero que acá se mimetiza con Ryan (en gran parte gracias a las tintas en todo el tomo de Danny Bulanadi) y no se nota el cambio de artista.
 
La edición de Salvat es como nos tiene acostumbrados esta colección de ‘Los héroes más poderosos de Marvel’: buena impresión, encuadernación, lujoso papel, el material de información complementaria es perfecto, la relación calidad/precio también es óptima. Pero mamita, ¡¡la cantidad de errores ortográficos!! Letras faltantes y sobre todo palabras pegadas hay casi página por medio… por favor, ¡que alguien le compre un nuevo teclado al encargado del rotulado! ¡Con una barra espaciadora que funcione!

En general me quede cebado, quiero ver cómo sigue el tema, pero espero que los siguientes capítulos (que voy a tener que conseguir en un TP yanqui) no sean tanto de presentación y si más de “ahora las papas queman”. Hay que destacar que en una época llena de personajes violentos y traumados como fueron los 90’s, Quasar se bancó sesenta números con buena onda e ideas cósmicas locas. No es moco de pavo.

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