Comic: John Constantine, Hellblazer Volumen 12




Guion: Paul Jenkins y Garth Ennis

Dibujo: Warren Pleece y John Higgins

Editorial: DC Comics/Vertigo (publicación original: 'Hellblazer' #121-133, entre 1998 y 1999)



Parece que en este blog solo soy capaz de reseñar un tomo de ‘Hellblazer’ una vez cada dos años: el primero en el 2015, el décimo (¡!) en el 2017 y ahora el doceavo. Es que leer la serie de John Constantine es como encontrarlo en la vida real: si lo haces muy seguido, seguro terminas mal. Nah, las pelotas, soy un colgado y como “pasaron cosas” es un kilombo ponerme a hacer memoria de un tomo de 300 páginas leído hace meses. Incluso en la primera mitad de este tomo me costó recordar que onda con algunos personajes y plots que el guionista Paul Jenkins retoma.

Leídas las etapas previas de Jamie Delano y Garth Ennis, puedo decir que ambos tuvieron altas y bajas. Delano construyo al personaje casi de cero, todo su entorno, el clima de las historias mezclando el terror con la realidad social de Inglaterra, le sobra mérito para ser considerado el padrino de Constantine como Claremont es de los X-Men… pero le jugó en contra el ritmo embolante que tuvieron algunas sagas y el desfile de dibujantes, la mayoría mediocres. Ennis tuvo uno de los momentos álgidos de la colección (hasta ahora) con una combinación poderosa de humor negro, guarradas, salvajismo, romance y sátira religiosa. Una pena que su mejor aliado, el dibujante Steve Dillon, llegó pasada la mitad de la etapa. Y hay que decir que Ennis en general tomó muy por arriba el legado de Delano, construyendo enseguida su propio Constantine (más embustero y jodón), con sus secundarios y enemigos.

Jenkins, en cambio, se hizo cargo de todo lo previo (hasta de la breve y triste saga de Eddie Campbell),  rescató dos personajes fundamentales del run de Ennis (la demonia Chantinelle y el First of the Fallen), creó sus propios secundarios (Rich y su familia punk hippie, la nueva novia Dany, el médium Weeble, etc.), tuvo un solo dibujante (Sean Phillips mejorando número a número) y sus tramas en general fueron espesas y jodidas, pero también dinámicas. Hasta tiró una sutil bajada ecológica en la idea de la naturaleza mágica (la tierra de Albion/Abator) que por su bien debe permanecer separada de la contaminación que representa el hombre/mago.

En sus dos últimas sagas, ‘Up the down staircase’ y ‘How to play with fire’, Jenkins recoge todas las semillitas que fue sembrando, en especial en los arcos ‘Critical Mass’ y ‘Last Man Standing’. La mitad “sin alma” de Constantine condenada al infierno, el demonio Bauer (nada que ver con Kiefer Sutherland), un pastor muy especial en el medio del bosque, el rencor de Chantinelle… todo vuelve a pasarle factura a Constantine. Y por supuesto, ahí de fondo, esperando su recompensa está el diablo que no es el diablo porque Lucifer, blah, blah, o sea el First of the Fallen… personaje que me parecía rechoto en la etapa de Ennis pero que Jenkins le dio el carisma y la inteligencia estratégica para ser EL némesis de John. No les voy a contar como zafa John del entuerto pero basta decir que el precio a pagar es alto y representa un sacudón general.

La mayor contra de estos ocho números es que Phillips se había ido después de la ‘Hellblazer’ 120 y lo reemplazó un dibujante sin nada que ver en estilo, limitado en sus habilidades narrativas y lo peor de todo, que dibuja casi todos los personajes con la misma cara. Habló de Warren Pleece, eterno suplente en el banco de Vertigo.

Se fue Jenkins con toda la gloria… ¿y cómo seguimos? Warren Ellis está preparando el caballo para largar, pero mientras tanto DC le encarga a Ennis que vuelva por seis números, que son los que completan este libro. El arco en cuestión se llama ‘Son of Man’ y es mucho más digerible en el sentido de que no precisa ningún contexto previo.

¿De qué se trata? Hace muchos años, a comienzos de los 80’s, un mafioso sacó a Constantine del loquero para que resucite a su hijo. Como John sabía que era imposible, pero quería conservar las bolas, metió un demonio en el cuerpo del nene. Hoy en día ese “pibe” creció, se hizo cargo de la mafia londinense y está fraguando un plan diabólico.

La trama es puro tiros, asesinos sádicos, demonios vergones (¿?)… o sea sin ningún tipo de sutileza o clima de terror psicológico. Se siente como una chantada porque no retoma nada de lo previo ni genera repercusiones a futuro, pero fuera de eso y de que el dibujo de John Higgins es siempre…complicado… es una chantada divertida, a fin de cuentas, con diálogos excelentes.

¡Hasta la próxima y ojala sea en menos de dos años!

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