Historieta: Colección Nippur de Lagash Volumen 17

Guion: Robin Wood

Dibujo: Ricardo Villagrán y Sergio Mulko

Editorial: Planeta deAgostini (contiene material publicado por Editorial Columba entre febrero y mayo de 1974 en las revistas 'D'Artagnan' y 'Nippur de Lagash-Todo Color')




Después de un blogis interruptus, retomamos las andanzas de Nippur.


De las dos primeras historias de este tomo llama la atención que ambas giran sobre puebluchos acosados por la sequía y la falta de agua. En ‘El día que los dioses enviaron la lluvia’ (dibujos de Ricardo Villagrán) toda la culpa la carga un viejo, en ‘Las ánforas del odio’ (dibujos de Sergio Mulko) un guacho que consigue agua chantajea al resto de la gente por diversión, pero en ambas el eje del conflicto es el mismo.

Y eso me llevó a pensar… ¿para qué carajo seguir viviendo en un lugar tan choto? ¿Por qué no agarrar una bolsita con morfi y patear camino a un lugar mejor como hace Nippur? Y claro, ahí está la respuesta, Nippur es a los caminos como la oscuridad es a Batman: una fuerza, una ventaja. Porque como varias veces lo hace reflexionar Robin Wood, los caminos son su reino y su mejor compañía el canto de los pájaros; el tipo no precisa nada más ni lo quiere, no hay mayor emoción que lo que está por venir. 

Parece una pavada terrible pero esa falta de conexión con un lugar fijo, algo que para el resto de la humanidad es tan importante como el aire, es lo que separa a Nippur de casi todos los demás personajes conocidos de la historieta mundial; no precisa a Gotham, ni Metropolis, ni New York, ni el chalet en San Isidro, ni la aldea gala; está bien, es Nippur DE LAGASH, pero Lagash es donde empieza su historia, no lo que lo define.

Listo, dejo la frula de lado y sigo con el tomo que tiene otros capítulos excelentes. ‘Un marido para Nurima’ es una comedia brillante donde pasa algo que no recuerdo que haya pasado en otro momento: el dibujante se copa con la historia y adapta su estilo para acompañar. En este caso puntual, Sergio Mulko se mimetiza con Carlos Vogt para dibujar los rostros y las poses de los personajes, no idénticos pero si muy parecidos a los de Vogt en ‘Mi novia y yo’ o ‘Pepe Sánchez’, entre otros hits cómicos. Una genialidad total.

‘El gran torneo’ es la historia tranqui del tomo, la que más pasa desapercibida, pero cumple con un balance de drama y humor. Como detalle curioso, Oh, un guerrero negro que peleó junto a Nippur algunos tomos atrás acá es uno de los antagonistas, sin ningún tipo de reconocimiento con el sumerio. O Wood se olvidó de que se conocían o es un ejemplo de “esto es la ley de la jungla, pibe, ayer éramos amigos, hoy enemigos”.

‘La sacerdotisa’, en cambio, es un capítulo jodido, de esos donde Nippur apenas participa en la trama; el protagonista es Inurim, un mercenario perdido entre la obsesión y el deber.

Cierra el tomo ‘La negra hoguera del sueño’, tranqui de los capítulos más inquietantes de todos los tomos hasta ahora.

Los últimos tres capítulos tienen todos dibujos de Villagrán, en un nivel excelente, sobre todo en ‘El gran torneo’, donde le da a cada guerrero una personalidad grafica bien definida.

¡Nos vemos en el próximo camino donde el Errante nos lleve!

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