Colección Nippur de Lagash Volumen 8: El juicio de la espada


Llegamos al octavo tomo de la travesía de Nippur donde Vicentico y los caminos de la vida lo llevan de vuelta a Egipto y a la mayor parte de la primera saga larga.
 
Saga larga es un decir, es más bien un plot general donde los hititas –los “villanos” más recurrentes hasta ahora- intentan invadir Egipto, gobernado por Nofretamón. Poniendo más la lupa vemos que en realidad son varios unitarios en sucesión donde la continuidad la dan los personajes en los que se hace énfasis: Inermes, los hombres de fuego y el hermano de Nofretamón. No voy a hacer un desmenuzado capitulo por capitulo porque estropearía muchos detalles de la lectura pero vale decir que el disfrute general es alto, con mucha acción, intriga palaciega, reflexiones de sabiduría Nippuriana a full, buenas ideas y hasta algún capitulo con toques de humor.


Ya alguna vez marque que Wood no lograba venderme que Nofretamón sea el ‘gran amor’ de Nippur: apareció en un solo capitulo, apenas tuvieron un chape y desde entonces ya hubo al menos una mujer que se hizo un pequeño nido en el arrugado corazón sumerio. Y entonces, en el capítulo prologo (‘Los cortesanos y los guerreros’), me mandan estos dos maravillosos cuadritos flashback… 



Y listoooooo, Nofretamón & Nippur un corazón… córranse Romeo y Julieta que llegaron los hipercampeones del romance trágico. Así que todo bien, me convencieron y encima en el capítulo ‘El sumerio ha llegado’ se mandan una secuencia de CUATRO páginas con todo el palacio de Tebas expectante de la llegada de Nippur que les juró, se siente la musiquita épica, ese TUMTUMTUM que anuncia que algo groso esta por ocurrir. La única contra es que justo es un capitulo a color y esta vez en vez de algún colorista medio loco y delirante les tocó un liso y llano incompetente. Todo no se puede.


En el próximo tomo hay solo un capítulo de Olivera así que es su despedida de Nippur por un tiempo. Como voy a extrañar las puestas de página, los increíbles juegos de luces, las mejores portadillas del mundo, los collage y sobre todo esa sensación de incertidumbre al comienzo de cada capítulo, de ver si tocaba el Lucho brecciano, a full con el grotesco, o el Lucho más de aventura, de trazo fino y muchas menos masas de negro, el más emparentado con Esteban Maroto. Gracias por tanta magia, en serio.

¡Hasta la próxima!

Comentarios