Colección Nippur de Lagash Volumen 7: Los sanguinarios perros del alma




Volvimos a Nippur y vamos con el tomo siete, una entrega con todo tipo de historias y muy distintas entre sí. 

Hay solo dos capítulos que tienen un detalle en común que sumado al recuerdo de otros tomos me lleva a una conclusión: si sos muy buen tipo, onda el que le lleva alegría a todos, no espera nada a cambio y encima sos medio inocente y naif…. NO TE CRUCES CON NIPPUR. Y si, es así, el chabón te quema con los elogios, es más mufa que el Turco y el colorado Liberman juntos. Los personajes sobre los que giran las tramas de ‘Los lobos y las ovejas’ y ‘Los sueños peligrosos’ lo van a comprobar de primera mano, igual que el ermitaño de los pantanos o el rey ciego en tomos anteriores. Pobres tipos, errante de mierda.


‘Los sanguinarios perros del alma’ es un capitulo hermoso, de esos donde Nippur es solo testigo de la crónica de otro, en este caso de un general caído en desgracia. El relato de su ruina tiene ese gustito maravilloso de la vuelta de tuerca a último momento que subraya el mensaje ‘te mandaste una, la pagas’.


‘El gigante infernal’ es el capítulo descontracturante, con más de humor que tragedia, que como relojito cae siempre cada 6 o 7 episodios más densos. También es una de esas escasas veces que Wood escribe una mujer con onda, personalidad e independencia. Porque en contraposición directa, con la antagonista de ‘La mala pasión’ Nippur sabe desde el vamos que es una seductora come hombres/femme fatale/estereotipo a piaccere.


‘El ladrón que hirió con miedo’ es otro capítulo inolvidable, por las consecuencias para Nippur y porque es uno de esos casos donde no siempre el mundo es blanco y negro. Ojo, Robin Wood en general cuida muchos los matices de los personajes y bucea en el alma humana, explicando porque son como son, pero acá hay un giro extra ya que Nippur busca a un tipo que percibe como el mal encarnado, como el sorete mayor que puede dar la humanidad (igual insisto que el rey sin pies del tomo anterior se sigue llevando ese título) y que guarda una sorpresa hasta para el errante justiciero más capo en esto del juicio de carácter.


Y hablando de capítulos importantes, en ‘Enathim y los enviados de la muerte’ vuelven a aparecer dos conocidos. Por un lado Ram, el arquero mercenario, el que dice que solo lo motiva el oro pero que Nippur logró tocar su fibra moral en más de una ocasión. El otro conocido es solo un cuadrito al final, no voy a decir de quién pero… gran pista gran… es cierto villano que odia a Nippur desde el primer capítulo.


Cierra el tomo ‘La loba’, un capitulo simpático donde Nippur puede lucir esas capacidades de Sherlock Holmes sumerio y buscar la explicación racional detrás de algo que todos entienden como sobrenatural.


En cuanto a los dibujos de Lucho Olivera, con un vistazo a vuelo de pájaro se ve que en los dos primeros capítulos estaba en los días de poca tinta, cuando limita la cantidad de masas negras y todo el dibujo es con línea plena. Una línea hermosa, muy cuidada y poética. Pero a mí me vuela el bocho el Olivera de los siguientes seis capítulos, el que tiene toda la tinta china en la sangre y juega con los contrastes y la herencia brecciana a full.


¡Hasta el próximo cruce con el Errante!

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