Colección Nippur de Lagash Volumen 6: Oráculo




Con un poco de atraso (ya salió el octavo tomo y en cualquier momento arranca la tan temida periodicidad semanal) llegamos a la sexta entrega de la colección, con un episodio a todo color ya que pertenece a un anuario de D’Artagnan.
¡Y que feos colores, pucha digo! Los tonos amarillos y violetas se ven muy saturados, el papel satinado no ayuda y en conjunto todo queda pastoso y mezclado. Espero que más adelante lleguen colores con un ligero retoque para ajustarlos al lujo de la edición actual o… no sé, que nos toque un colorista delirante como el del tomo 25 con los cielos rojos, que no sabías si estabas leyendo ‘Nippur de Lagash’ o ‘Crisis en Tierras Infinitas’ pero… digamos que se veía lindo o al menos llamativo.

En fin, en este tomo tenemos una seguidilla de capítulos buenísimos pero donde Nippur la pasa muy mal. Tanto en ‘Oráculo’ como ‘Los guijarros de la muerte’ al pobre Errante lo apalean, lo atan, lo torturan hasta el límite. Y miren que no spoileo nada, Robin Wood y Lucho Olivera ya lo adelantan desde la portadilla de ‘Los guijarros…’, con esa secuencia ominosa del barco navegando hacia el lector con Nippur atado a la proa. Esa página debería ser usada en cualquier clase de ejemplo de cómo enganchar a un lector para el resto de las páginas.

Y ya que estamos con ese capítulo… Nippur se ha cruzado con muchos déspotas locos y sádicos hasta ahora pero el rey sin piernas de Trimas es un caso aparte; si Joaquin Phoenix leyó algún comic antes de hacer de Cómodo en ‘Gladiator’ estoy seguro que fue este.

Para aflojar un poco la tensión y bajar la tragedia sigue un capitulo muy divertido y en joda, ‘Crónica desesperante de Jacodeo’ con muchos flashbacks breves que creo que es la primera vez que Wood los usa en una forma tan dinámica y piola. El siguiente capítulo, ‘El hombre necesario para Larsa’ no es tan en joda pero tampoco es una tragedia y repite la comedia de un joven inmaduro y una mujer que lo da vuelta como un perrito. No creo que se pueda dibujar a un viejo con más arrugas que el que aparece en este capítulo sin que siga reconocido como ser humano. Grande, Lucho.

‘La feria’ y ‘Las huellas del hombre de ojos amarillos’ (el capítulo a color) no son un díptico pero creo que es la primera vez que un secundario aparece dos veces seguidas desde que Ur-El se fue a jugar a la casita. Me refiero a la hermosa Ala, hechicera del corazón del sumerio (el primer interés romántico importante en la serie, que se joda Nofretamón) y lo mejor, ¡¡por fin una morocha!! Por supuesto que escultural y divina como todas las mujeres que se cruza el sumerio pero al menos esta vez no es un clon de la Bardot.

En este tomo se aclara un poco más que Nippur tiene la vaga idea (porque seamos sinceros, ve un kiosco y ya cambia el rumbo para comprar puchos) de llegar a Akad para ayudar a Sargón contra Luggal-Zaggizi, el Skeletor/Darkseid/Voldemort personal de Nippur, el enemigo que conquistó Lagash y lo obligó al exilio en aquel ultra lejano primer capítulo.

Cuando da con algo copado a Wood le gusta reusarlo; si estuvo bueno un villano que es un rey hijo de puta por no tener piernas…. ¡hagamos otro que es ciego! Y ese es el argumento de ‘Melodía de la flauta y el guerrero’, no hay mucha vuelta que darle.

Termina este tomo un capitulo que lo pongo de una en mi top five de favoritos: ‘Recuerdo de los vagabundos’, una trama donde Nippur no solo es un personaje secundario, de poco peso (truco usado varias veces) sino que… ¡ni siquiera es el narrador! El honor le corresponde a Giar, un joven pastor que nos presenta su micro mundo, su familia, su perro, el misterioso mendigo andrajoso que aparece por su casa y por supuesto, al guerrero errante que los ayudara en un momento de crisis. Hermoso episodio con una gran vuelta de tuerca al final.

Para ser más justo con Olivera que con mil palabras repetidas, hoy les dejo una de las portadillas más impactantes del tomo. 
Ojo, no siempre los capítulos tienen ese nivel de detalle en todas las viñetas, más cuando a veces tiene que meter más de 10 por página, bien chiquitas y casi sin fondo, pero todos los capítulos tienen al menos un ‘momento Lucho’ donde pela todo el arsenal de tinta china, collages y lo que venga para dejar la mandíbula del lector por el piso.

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