Guión: Paul Jenkins
Dibujo: Sean Phillips y Al Davidson
Editorial: Vertigo / DC Comics (originalmente publicado como
‘Hellblazer’ 97 al 107)
Formato: Trade Paperback, 288 páginas, color.
Opalala, revisando veo que la ultima reseña en el blog de
Hellblazer era de la etapa escrita por Jamie Delano. Así que me saltee el final
de Delano, todo lo de Garth Ennis, la muy berrata saga escrita por Eddie
Campbell y el comienzo de Paul Jenkins. Sepan disculpar y no lo tomen para nada
como un parámetro de calidad, de hecho sacando lo de Campbell todo el material
es de bueno a excelente.
¿En qué situación nos encontramos a nuestro mago británico favorito al comenzar
este tomo? Como siempre bajó la espada de Damocles: una vez más logro zafar de
caer en las garras de The First of the Fallen (lo más parecido a un
archivillano) y está tratando de ser un buen tipo pero a esta altura es bien
claro que simplemente lo de la buena onda no es lo suyo, más cuando ya tiene la
confirmación de que cuando muera ira al infierno, no importa lo que haga. Es
muy interesante la construcción de Constantine que hace Jenkins: es
manipulador, carroñero y tan humano como lo pintaron Ennis o Delano pero
reconecta más con el lado de la magia, se codea más con entes sobrenaturales e
incluso se desarrolla un lado más de detective, de investigar e interpretar las
señales mágicas. Queda bien claro que las formas de zafar de John no son simple
labia sino saber cómo manejar ciertos aspectos paranormales; sin ir más lejos
en el primer arco de Jenkins fue fundamental la legendaria (a esta altura de la
serie) sangre de demonio, en cierta forma toma un rol central en este tomo y me
juego a que volverá a ser importante dentro de dos tomos cuando concluya la
estadía del guionista australiano en la serie.
Espero leer pronto los tomos que faltan de Jenkins y no
quedarme distanciado tanto tiempo de este personaje genial para leer pero pésimo
para tener de amigo en la vida real.
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