Comic: Deadman. Love after death


Guión:
Mike Baron
Dibujo:
Kelley Jones
Editorial: DC Comics

Review:
1989 fue un buen año para el comic yanqui en general y para el comic adulto en particular; eran los años posteriores a The Dark Knight Returns y Watchmen, con el boom del Batman de Tim Burton y todavia faltaba un poquito para los infame 90's donde se favoreció más la cantidad que la calidad y comic para adultos se convirtió en sinónimo de sangre y/o tetas. En los últimos años de los 80's uno se podía acercar a esos nuevos negocios llamados "comiquerias" y con mucha seguridad llevarse una revista de superheroes con un arte y guión de la san puta; era la época del Question de O'Neill, del Green Arrow de Grell, de la Doom Patrol de Morrison, incluso Giffen y DeMatteis desde el otro extremo, desde el humor, ofrecían en Justice League International algo que rompía con todos los precedentes y status quos habidos y por haber.

Así que no es nada raro que en ese año DC sacara una miniserie de un personaje 100% secundario, escrita por un guionista de mucho prestigio en los pagos de los comics independientes pero cero mainstream, dibujada por un nuevo talento extravagante a más no poder y lo más importante, en formato prestigio y con un cartelito de "sugerido para lectores adultos". O sea, el tipo de material que hoy en día sale de frente march en la linea Vertigo. Ahora yo digo, si tuvieron tan buen respaldo editorial, si esto prometía mucho...¿porque terminó siendo tan flojito?

Ojo, la calificación de "Para adultos" esta justificada porque hay bastante morbo y hasta algo de garche, el problema es que la historia es cuasi infantil en su resolución.

¿Se nota que lo que más agua hace es el guión de Mike Baron, no? La historia empieza con Boston Brand, el pobre diablo condenado a vivir por siempre sin tocar nada ni a nadie vivo, enterándose que en un circo abandonado se ha visto el fantasma de una acróbata; ansioso por ponerla al menos una vez más en la eternidad Brand llega al lugar y se encuentra a la tomuer. Los besos vuelan, en dos paginas ya son amantes como si nada pero claro, como el protagonista se llama Hombre Muerto y no Happy Gilmore enseguida se pudre todo y aparece el dorima de la mina, el dueño del circo que es tan pero tan hijo de puta que no solo mató a su esposa (y a todos los demás freaks del circo) sino que también hizo una transa con un demonio para que ningún espíritu pueda abandonar el lugar.

Como ven la idea esta buena pero no esta bien desarrollada; el protagonista (y el lector) se la pasa corriendo (o flotando) de un lado para otro interactuando con los freaks (y con una pareja de vivos que Brand mete en el quilombo de puro calentón) por pura inercia, sin una verdadera trama para sostener la historia y haciendo que todo resulte monótono. No es una historia que atemorice tanto como aburre.

Lo que saca las papas del fuego es el dibujo de Kelley Jones, dibujante puteado por muchos y bancado por pocos pero que siempre la rompe con los climas y criaturas extrañas. Se nota que hay buena onda con Baron y el guión esta lleno de freakeadas para que Kelley se cebe con el lápiz: musculosos con cabeza de cabra, esqueletos y cráneos por todos lados, minas cruzadas con serpientes, viejos brujos, demonios, musculosos de esos que son puro cuerpo y una cabeza chiquita.... hasta hay un cliche total del dibujante, un tipo sosteniendo un martillo...y por supuesto, el propio Deadman que Jones lo dibuja como un esqueleto con apenas algo de piel, bien lejos de la imagen original creada por Neal Adams. Se nota que este look de Deadman tuvo buena respuesta del publico porque marcó la forma de dibujar a Deadman por más de una década; ¡¡hasta en Kingdom Come aparece así!!

Lo que si le juega en contra al dibujante es que la historia... bue, se llama "amor después de la muerte"; se supondría que la minita fantasma (y de yapa las otras que aparezcan) debería ser muy linda, capaz de hacer que se le pare a un muerto y... como bien sabemos, Jones nunca pudo dibujar una mina que sea más linda que un traba barato de Palermo. Pero sacando eso su laburo es consagratorio, aún no al nivel más estilizado y poético que demostró en Sandman pero con muchos detalles, fondos y sobre todo clima tétrico, muy heredado del ídolo de los dibujantes macabros, el prócer Bernie Wrightson.

Ahora tengo para leer una segunda miniserie del personaje, también de Baron y Jones; espero que sea mejor porque la verdad que quiero leer algo donde el muerto sea el protagonista, no la historia.

Calificación:

Comentarios