Historieta: Colección Nippur de Lagash Volumen 24



Guion: Robin Wood y Ricardo Ferrari

Dibujo: Jorge Zaffino

Editorial: Planeta deAgostini (edición original de Editorial Columba en las revistas D'Artagnan 378-383 y D'Artagnan Súper Color 11-12-14-16)


¿Vieron cuando en ‘The X-Files’ Mulder fue abducido y lo reemplazaron con un Terminator? Este tomo del coleccionable de Nippur, el 43, me dejo con esa sensación; todos los capítulos están dibujados por un artista que no es el habitual y los guiones tampoco parecen escritos por Robin Wood. Ya entro en detalle pero igual no se asusten, el resultado cualitativo final es superior al de la serie de TV en esa triste temporada.

En 1974 Wood y los tres hermanos Villagrán crearon el estudio Nippur-IV para potenciar sus esfuerzos, cumplir con la enorme cantidad de material solicitado por Columba y entrenar nuevos artistas; por ahí pasaron más de veinte nombres con roles fundamentales en las historieta argentina, entre ellos Jorge Zaffino. Por otro lado, preocupada por los cada vez más largos y habitués viajes de Wood fuera del país, Columba le pedía que trabajara con guionistas “verdes”, que los curtiera en el estilo de la casa (o sea el estilo Wood). Uno de esos jóvenes era Ricardo Ferrari, quién a su vez, con los años, se convirtió en maestro de guionistas y el único autor acreditado junto con Wood en una larga tanda de capítulos de Nippur.

A esa época (años 76, 77) pertenecen los capítulos de esta entrega, todos dibujados por Zaffino, incluso los que erróneamente la portada y el índice acreditan a Ricardo Villagrán. Un  Zaffino de… lee bien esto… ¡diecisiete años! Yo a los 17 descubría la paja y este tipo ya dibujaba como los dioses.

En cuanto a los guiones, todos los créditos dicen Wood-Ferrari y la verdad que es imposible saber si son ideas de Wood desarrolladas por Ferrari, viceversa o si todo está escrito por Ferrari. Lo que sí puedo decir es que note una carga grande de texto en varias páginas y una prosa no mala pero si torpe, demasiado descriptiva de acciones en vez de las elegantes metáforas y reflexiones que nos regala Wood. O también puede ser cosa mía, que agarre este tomo después de varias semanas sin leer Nippur y me costó entrar en sintonía. Eso no quita que en argumentos hay varios capítulos impecables.

Mencionó primero ‘El día de los fuegos muertos’ porque es un capitulo indispensable para la cronología nippuriana, con el sumerio volviendo por primera vez a Egipto desde que ayudó a salvarla años atrás, junto con los hombres del fuego. A estos últimos es que el faraón Akhenamón (hermano de la difunta Nofretamón) planea recibir a todo festejo por el inminente nacimiento de su hijo. Pero algo huele mal y no son los caballos de Tebas.

‘Allá en la montaña de los lobos’ es la más liviana de las historias, un clásico “ah, pero mira que pillo que resulto este chabón”, en este caso refiriéndome al jorobado Kallaj… Hattusil mediante, ya sabemos que los jorobados suelen salir bien parados.

Otros dos capítulos que introducen personajes dignos de aparecer en próximas aventuras son ‘La cadena’ (Umac y Maarabat, dos excéntricos sacerdotes guerreros que pelean encadenados al piso) y ‘La serpiente de la vida y la muerte’, donde se presenta una simpática chica rubia de la cual nunca sabremos su nombre, excepto que es “la reina de los ladrones de Ur”. Como toda mujer con un atisbo de empoderamiento, se vuelve una boba en peligro desde que lo conoce a Nippur, pero en fin, para esta altura ya sabemos que puede y no ofrecer la serie y mal que mal, repito que es un personaje simpático, con lindos intercambios verbales con el Errante. Además es un capitulo escalofriante.

‘Los perros del mar’ es un capitulazo más allá de la prosa medio pelo. Tiene humor, tensión y creo que es la primera vez que un capitulo completo transcurre a bordo de un barco, aumentando la sensación de aislamiento y peligro cuando la embarcación donde viaja Nippur empieza a ser seguida por una nave pirata.

Con el diseño del personaje central de ‘El hombre que no tenía muerte’ Zaffino rinde homenaje (o afana, ustedes elijan) una de las ilustraciones más conocidas de Frank Frazetta, capo de la ilustración orientada al género de fantasía medieval.







Una pena que es una de los capítulos que más viñetas por página tiene, haciendo que Zaffino tenga que comprimir toda la narrativa para explotar con todo en últimas páginas, que deben ser lejos de las más impactantes en secuencias de peleas y salvajismo que vimos hasta ahora.

Hablando de páginas finales, el desenlace de ‘La puerta’ tiene uno de los Nippur más papoteados y pasados de rosca; claro está, lo amerita la ciudad hundida en el delirio y violencia donde se metió.

Por esos capítulos en particular, donde más se resaltan las espadas, los músculos y una atmosfera general de “se pudrió todo”, me parece que Zaffino tenía muchas ganas de dibujar a Conan o algo en ese estilo. Por suerte casi todos los capítulos de este tomo son en blanco y negro, ideales para apreciar todos los detalles de tramas y trajes. Mención aparte al manejo de masas negras, en especial ciertos cascos dibujados con el efecto de espacio negativo. 

Zaffino pega unos trucos de magia espectaculares en este tomo; no por nada se convirtió en una influencia que, diecisiete años después de su fallecimiento, sigue siendo homenajeado y referenciado por autores actuales y de todo el mundo. Si no me creen vean la dedicatoria en este muy yanqui comic dibujado por el croata Alex Maleev.



En esta reseña agradezco como siempre a la fuente de sabiduría que es el blog Blancas Murallas y a Fabio Blanco, el sagaz ojo que notó la referencia a Frazetta.
 


¡¡Hasta la próxima, que Samas los acompañe!!

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