Colección Nippur de Lagash Volumen 4: La bruja




Llegamos a la cuarta entrega de la colección dedicada al sumerio más polenta y opalala… ¡hay extras! Bah, tampoco la locura porque son cuatro portadas, las primeras presentando a Nippur en la larguísima historia de la revista D’Artagnan.
No es gran cosa pero es un detalle en una colección que hasta ahora mostró cero información, notas o cualquier tipo de agregado que no sea la historieta pura.

MERDE QUE PASO EL TIEMPO
Si bien en los ocho capítulos de este tomo no hay eventos que sean transcendentales o importantes para la cronología de Nippur, es notable el paso del tiempo desde la lejana ‘Historia para Lagash’: han pasado años, cuando Nippur llega a una nueva ciudad o poblado la fama del ‘Errante’ le precede y el personaje en sí mismo se ha convertido en un férreo defensor del débil y el oprimido. Todo un cambio con respeto al ex general bastante soberbio de los primeros capítulos.

El titulo más curioso de este tomo me pareció ‘Un día en que yo era feliz’, obviamente fundamentado por los largos bloques de texto de Wood y que de hecho tiene mucha connotación en la serie… ¡si nunca hay lugar donde Nippur llegue y no se meta (o lo metan) en problemas! Literalmente hay un capítulo, ‘El enviado’, donde un grupo de soldados lo está esperando en el camino para una tarea jodida. Sí, hay mucho espacio entre capítulos para la imaginación del lector, muchos ‘llevaba días cabalgando’ donde podemos asumir que Nippur pasó por lugares donde se comió un pancho (en su variante mesopotámica) y todo tranqui, cosa que obvio nos chupa un huevo porque lo que queremos ver es como Nippur ayuda a una mujer de temida reputación (y no exactamente la de la canción de Arjona) en ‘La bruja’, a un sacerdote en problemas (‘El carro de estrellas’) y no uno sino DOS casos de amores prohibidos, a lo ‘Romeo y Julieta’ (el mencionado ‘Un día en que yo era feliz’ y ‘Ram, el arquero’). Pobre Nippur, no tiene paz.

Eso sí, hay un capitulo muy divertido donde Nippur no hace nada, pero nada posta… en ‘La justicia de Janipo’ escucha de que se tratan todos los traspiés del pobre Xiromantes, presencia la resolución pero no tiene ningún tipo de intervención en la trama ni nada e igual es un capitulo genial. Un recurso muy piola de Wood para contar otras historias dentro del marco que le da la travesía del Errante.

Otra historia desternillante (no recuerdo un tomo donde me haya reído tanto) es ‘Cómo conocí y soporté a Ramar’… genial personajes secundario el tal Ramar, espero que vuelva a aparecer igual que Ram, otro groso total.

Ah, y aunque esto es bien sabido, creo que en ‘El carro de estrellas’ por primera vez se explica porque Nippur se llama así, o sea porque sus padres eran de la ciudad de Nippur y se fueron a vivir a Lagash.

Del dibujo de Lucho Olivera a esta altura ya no puedo decir nada: pone toda la artillería en las portadillas (a veces de página completa, a veces media página), busca enfoques novedosos, si usa collage los integra en forma orgánica. Extraño un poco ese exceso de tinta brecciano que fue el segundo tomo pero en compensación acá todos los capítulos tienen un dibujo cumplidor, clásico e innovador al mismo tiempo.
¡Nos leemos en unos días!

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